lunes, 2 de marzo de 2020

Coronavirus y la epidemia social de la soledad

 

Por Miguel Alonso Rivera Bojórquez

29 feb. 2020 17:39

Hoy desayuné en el Hotel Lucerna y pedí una deliciosa machaca, huevos estrellados, chilaquiles y frijoles con café y jugo de naranja.

Cuando llegué al hotel no había nadie en los espacios vacíos que se ofrecían a mi vista. Me estacioné cómodamente, pues el estacionamiento se encontraba casi desierto.

Crucé el salón desolado, caminé por el lobby y encontré una inmensa soledad. Las mesas del restaurante estaban vacías y el buffet ignorado pues no había comensales. Solamente estaban mis amigos que me habían invitado a desayunar y pocos meseros.

Compartí la mesa con mis amigos, el Ing. Jorge Alan Urbina Vidales, comisionado estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios en Sinaloa (COEPRISS); el Ing. Enrique Alfonso Ferrer Mac Gregor Gil, jefe del departamento de Evidencia y Manejo de Riesgos; y el pasante en psicología Julio César Cota García, compañero de la Secretaría de Salud.

Nuestras voces eran lo único que se podía escuchar entre tanta soledad.

Debo aclarar que fui a desayunar al Hotel Lucerna pues no hay por qué sentir una preocupación excesiva: es un tema que debe afrontarse con tranquilidad y serenidad. No debemos sentir miedo ni ansiedad. La realidad es que el coronavirus es una enfermedad manejable y la mayoría de los enfermos cursan un cuadro leve y es un asunto que en Sinaloa se está gestionando bien.

Existe un sistema sanitario preparado y que está aplicando los protocolos adecuados. Las medidas de prevención y el autocuidado de la salud son hábitos saludables que debemos asumir de manera permanente. Incluso, se sabe de manera oficial que el primer paciente con coronavirus en Sinaloa, hospedado y en aislamiento en el hotel Lucerna, está evolucionando satisfactoriamente y ya no tiene síntomas.

Es importante mencionar esto porque la enfermedad no se transmite antes de dar síntomas, por lo que las precauciones son fáciles de tomar y lo que más ayuda es la higiene de manos y las medidas de prevención son las mismas que se recomiendan ante la gripe común.

Sin embargo, las más graves repercusiones del coronavirus, por lo menos en México, han sido económicas y sociales. La soledad no deseada es la verdadera epidemia. Un pasillo perdido, los espacios vacíos, sin gente y puertas sin movimiento.

El hotel Lucerna se ve más grande sin huéspedes ni clientes en el restaurante. Por lo general, las mesas están llenas de gente sentada, de pie, caminando: hoy no había nadie.

Casi al retirarme, después de una animada charla de sobremesa, solamente había un grupo de mujeres en una mesa y un par de comensales en otra. Debo destacar que la atención fue inmejorable, la comida sabrosa y el trato del personal amable, cordial. Sin embargo, tanta soledad, sobrecogedora, no ha sido en realidad necesaria sino más bien, abrumadora.



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